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19 nov 2012
LA GULA Y LA VERGÜENZA: PÉSIMA COMBINACIÓN
Hace unos meses fui a hacer unas
fotografías al restaurante Santa Pau de la chef multiestrella Michelin, Carme
Ruscalleda. Estaba súper emocionada de poder meterme entre los fogones de la
cocina y ver qué cocían por allí y qué platos híper maravillosos creaban. Y
mentiría si no dijese que deseaba que nos dejasen probar aunque solo fuese un mini
trociíiito de cualquier cosa. La verdad es que el tema gastronómico siempre me
ha llamado la atención y aunque nunca haya ido a ningún restaurante con
estrella, siempre me encanta probar cualquier cosa nueva por desconocida que
sea (aunque si hablamos de insectos, entonces tal vez me lo pensase).
El plato que vemos en la
fotografía emula un pelotón ciclista y es que Ruscalleda nos preparó un par de
platos con temática olímpica. En cocina pude fotografiar el montaje de los platos
pero como era pronto y los clientes no habían llegado aún al restaurante no
pude ver más que nuestros dos platos y nada de lo que ellos preparan habitualmente…
¡¡una gran lástima!! Aunque sí pude ver algo de lo que como diría Ferran Adrià era
“la comida de la familia”. Allí estaba toda la troupe trabajadora en su turno
de comida con su pollo con patatas que imagino que ¡por lo menos sería de pota
blava!
La verdad es que Ruscalleda fue
muy amable, cercana y maja y sobretodo ¡muy perfeccionista! Mientras mi
compañero gravaba y yo iba haciendo fotos nos fuimos haciendo bromas sobre si
tendríamos la suerte de probar algo… sí, nos pierde la gula, ¡qué le vamos a
hacer! El momento en cuestión llegó, ya habíamos finalizado nuestro trabajo y
nos disponíamos a marchar. Fue entonces cuando la chef nos invitó a probar un
arroz que estaban preparando. “¡Uau! ¡Nos invita! ¡Qué maja! ” pensé yo (porque
no es habitual), pero la respuesta de la redactora con la que iba me descolocó.
Antes de darme tiempo a contestar (porque habitualmente siempre se dirigen a
los periodistas antes que a los fotógrafos) la periodista rechazó la oferta
porque se tenía que ir a “no sé dónde…” ¡¡¡Cómo que a no sé dónde!!! Carme
Ruscalleda te está invitando a un plato de arroz y ¿¿tú tienes que irte a no sé
dónde…?? ¡¡¡argg!!! Me dejó tan descolocada que no supe reaccionar y decirle: “pues
yo no tengo que ir a ningún sitio y espera que le pregunto al cámara”. A veces
me da la sensación de que el grupo de trabajo tenemos que ir en pack, y si uno
dice que no a algo como esto, todos tenemos que decir no… totalmente absurdo lo
sé, pero me quedé tan cortada y pasó todo tan rápido… Además generalmente cuando uno dice que no, ya no
preguntan al segundo, se sobreentiende que ninguno dirá que sí. Así que imaginaos
cuando me acerco al cámara (que estaba sacando el coche del garaje sin conocer
la invitación) y le comento que nos habían invitado… Volvimos todo el camino tirándonos de los pelos imaginando cual pudiera
ser el sabor de aquel rico arroz…
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