Hace unos días tuve que hacer una
fotografía de familia y recordé para sorpresa seguramente de muchos ¡qué
difícil es hacerlas y que queden bien! Habitualmente a los fotógrafos de prensa
nos toca hacer bastantes fotos de grupos, pero en realidad lo que menos nos
importa es en sí, la foto bonita de todos bien puestos… Siempre buscamos esos
segundos anteriores y posteriores que den un poco más de información sobre
quien se lleva mejor con quien o quienes charlan entre sí y de quien
absolutamente “pasan”. La dificultad se encuentra cuando no haces la foto para
un periódico (que en teoría no se casa con nadie) sino cuando la haces para los
propios fotografiados. Es entonces cuando la foto que importa es la de la
puesta en escena perfecta que es misión casi imposible: 1- que de los
tropocientos tipos NADIE tape a nadie (esto ya de entrada es muy difícil); 2- que
NINGUNO cierre los ojos; 3- que de ellos TODOS miren a cámara; y el súmmum de la
perfección: 4- que encima SONRÍAN.
Así que cuando te encuentras con
poca ayuda es complicado que salga perfecta. A veces pienso qué bien que iría
en estos casos un ayudante solo para mandarle: “2ª fila, 2º a la izquierda
muévemelo… y 4º a la derecha gíralo un poco…” Por suerte todo cambia cuando
como os explicaba, el trabajo no es para los protagonistas de la foto. Ejemplos
de esto son las dos fotos que os dejo. Como veis lo de menos es el grupo bien
puesto en sí, hasta tal punto que en la foto de Esquerra lo curioso y divertido
era ver a los políticos agachaditos arrancando los papelitos que les chivaban
cómo colocarse…
Y luego se dan situaciones
divertidas consecuencia de la dificultad número 3. Es imposible saber el nombre
de todos los presentes (básicamente porque a veces ni los chicos de prensa los
recuerdan y se tienen que ayudar de una lista) así que muchas veces me he visto
gritando inconscientemente un “vosté!, muévase…” mirando fijamente a alguien y
creyendo que mágicamente por el hecho de mirar a la persona en cuestión que me
interesa el resto del grupo no se dará por aludido… Al menos la respuesta a
esto es siempre positiva porque provoca una gran carcajada que fotográficamente
es muy agradecida. O como ocurrió con los del PSC, que de nuevo inconscientemente
llamé al que era mi alcalde (Hereu, el único que no miraba) con un “¡alcalde!”
a secas… ¡imaginaos la carcajada general al ser una fotografía grupal de una
veintena de socialistas todos ellos alcaldes!
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